Para los hombres la música ha sido desde siempre una puerta hacia el cielo. Es un camino para abrirse a Dios y a su indescriptible misterio, una forma de entrar en contacto con el deseo espiritual. Gracias a la música podemos experimentar también el amor de Jesús: durante la Cuaresma y la Pascua, en Adviento y en Navidad y en cada uno de los cantos gregorianos. La música inspira alegría y esperanza. Anselm Grün, gran amante de la música, reflexiona en este libro sobre su fuerza espiritual y sobre su relación personal con las grandes obras de la música sacra.