En la región de las raíces del alma y de la libertad, en el «fondo del ser» –según expresión feliz de Tauler–, la identidad del yo encuentra su auténtico suelo nutricio y su refugio unificante. Allí se retira el hombre cuando su yo se ha distraído demasiado.
El cristiano se sabe contemplado en todo momento por Dios, por los ángeles y los santos. Este sentimiento acompañó a Newman durante su vida, y es patente en los nueve sermones que se ofrecen en este breve libro.
El autor nos cuenta cómo fue comprendido a lo largo de los siglos, con qué interpretaciones ha llegado hasta nosotros y cómo ha ido modelando nuestra tradición.
Los cristianos ya no vivimos en una situación de cristiandad en la que los marcos sociales facilitaban una práctica de la religión que no comprometiera demasiado la propia responsabilidad personal,