El pensamiento de la transitoriedad de esta vida, ayuda al hombre a vivir cara a la eternidad, planteándose cuestiones que la superficialidad y la frivolidad no se atreven a pensar. De ahí la gran utilidad que la meditación cristiana sobre las verdades últimas aporta a cualquier persona. El autor dedica este libro a meditar, con sentido práctico, sobre las realidades de la muerte, el juicio, el purgatorio, el cielo y el infierno, y concluye con un hermoso capítulo dedicado a la Virgen, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.