Las divergencias históricas, literarias y teológicas han llevado a dividir el libro de Isaías en partes y secciones, mientras que las correspondencias temáticas y argumentativas abogan por su unidad. Esta complejidad se ha convertido en objeto continuo de discusión desde la época moderna, originando gran cantidad de estudios con posicionamientos hermenéuticos totalmente distintos. La alegría en Isaías defiende la unidad literaria y teológica del libro partiendo de su final (Is 65–66) y del tema de la alegría. El análisis de los dos capítulos finales en relación con el resto pone de manifiesto que se trata de la conclusión a todo el libro, de su epílogo. En él despunta el tema de la alegría, que, a su vez, está presente a lo largo de toda la obra, erigiéndose en un elemento vertebrador de su estructura y en un excelente paradigma de su mensaje.