Este breve libro es una pequeña joya, casi oculta, de la mística española del siglo XVI. Cuando se publicó tuvo una gran acogida, porque no hay otra obra de nuestra espiritualidad clásica que trate de la necesidad de la paz interior con tal intensidad. Esa paz nace del amor a Dios - y no del temor -; de la oración confiada en Dios, aceptando siempre su voluntad; de la desnudez de sí, dejando obrar al Señor. Con humildad debe esforzarse el cristiano en pedir toda ayuda para lograr la paz del alma, y una ayuda excepcional es acudir al Santísimo Sacramento. Explica el autor que hay que renunciar a la vanidad, a los placeres, a lo cambiante y tornadizo, para descansar en Cristo, diciéndole con gran sencillez y sinceridad: seamos amigos. La primera edición que se conoce es la de 1580, en Alcalá de Henares, y desde principios del siglo xvii se publicó mucho, aunque mal atribuido a Lorenzo Scupoli. Después ha aparecido en numerosas ediciones, pero como apéndice del Tratado de la oración y meditación, de san Pedro de Alcántara. Se ignora dónde y cuándo nació el autor, Fray Juan de Bonilla; se desconoce quiénes fueron sus padres y el trayecto principal de su vida. Lo que se sabe de cierto es que en 1571 era guardián del convento franciscano de Villasilos, y que tres años antes, en 1568, obtuvo licencia para imprimir su Breve tratado. En el libro se incluyen unas Advertencias del Caballero de Gracia, que figuran junto al Breve Tratado en el ejemplar de 1680, usado para esta edición. Jacobo de Gracia nos recuerda que debemos ser santos, pero con una santidad no común, y afirma que siempre se puede rectificar, pedir perdón a Dios y volver a la lucha para crecer más, para amar más.