La Vida Consagrada quiere ponerse a disposición de la brisa divina para que su corazón no se haga sordo a las pobrezas, ni insensible al clamor de los pequeños. Brisa y arena se dan la mano cada día en los senderos inquietantes de la vida. Espíritu y Vida Consagrada se aúnan cada día para caminar juntos por estos senderos de Dios que nos llevan a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para ser oferta gratuita de vida.