CALIDAD CRISTIANA #146
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Suele decirse que el cristianismo está en crisis. Aunque tal diagnóstico pueda ser tachado de “eurocéntrico”, nos afecta al menos a los europeos, y es legítimo para nosotros abordarlo. La crisis conduce siempre a una búsqueda de la propia identidad, la cual ayuda a ver que, para el cristianismo, la salida de una crisis no puede consistir en “tocar a rebato” y proclamar reconquistas, sino en un tránsito tranquilo de la cantidad a la calidad. El primer paso para esa recuperación de la calidad será el redescubrimiento del Dios cristiano, en línea con la proclamación de Dietrich Bonhoeffer de que el Dios revelado en Jesucristo “pone del revés las ideas sobre Dios de una religiosidad general” (y resulta así más temible que ese dios “genérico” que es para todos, pero sobre todo para los poderes religiosos). Dios aparece como un misterio de Gratuidad que transforma al ser humano en un ser confiadamente receptor y, desde ahí, radicalmente solidario. Resulta entonces que verdades de fe como la divinidad de Jesús dejan de ser un “precinto de calidad” útil para garantizar afirmaciones de los poderes sagrados y tienen mucho que ver con cosas como la xenofobia o el racismo. De ahí brotan infinidad de tareas para la Iglesia: hacia dentro (jerarquía y pueblo de Dios) y hacia fuera (en temas como las religiones de la tierra y la globalización). JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, profesor emérito de la Facultad de Teología de Cataluña, enseñó Cristología en Barcelona y Antropología Teológica en la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador. Ex-director de la Revista Selecciones de Teología y actual responsable académico del Centro «Cristianisme i Justícia», colabora habitualmente en distintos medios escritos de la prensa nacional y en revistas especializadas, además de otros medios de comunicación electrónicos.