El código de las emociones posee al menos tres cualidades imprescindibles para escribir un libro de estas características: un lenguaje accesible a todos, un conocimiento profundo del niño y un enorme sentido común. Sus páginas se leen con facilidad, incluso con deleite, y no requieren ningún tipo de preparación académica.
Son para todos. Hay además en El código de las emociones una notable estima por la estética de la expresión. Se trata de páginas que hay que leer, especialmente en este tiempo nuestro, tan saturado de palabras sobre los niños.