El autor de este libro nos invita a dejarnos seducir por la extraordinaria personalidad de Jesús. María en el prólogo del libro nos dice que para el autor, el Evangelio ha sido, y es, su gran pasión. Su preocupación es no comunicarlo bien. Me emociona cómo lo lee, sobre todo en la celebración de la Eucaristía: despacio, con fuerza, con fe, con respeto y con una gran convicción, enfatizando y matizando cada palabra.