Benedicto XVI, siguiendo los pasos de sus predecesores, Pablo VI y Juan Pablo II, viajó a Tierra Santa en mayo de 2009. Para él, «se trató, ante todo, de una peregrinación; más aún, de la peregrinación por excelencia a los manantiales de la fe y, al mismo tiempo, de una visita pastoral a la Iglesia que vive en Tierra Santa; una comunidad de singular importancia, pues representa una presencia viva en los lugares donde tuvo su origen». Es por ello que la Biblioteca de Autores Cristianos ha considerado que no se debía privar a los lectores de lengua española de un preciado tesoro: los discursos pronunciados por el sucesor de Pedro en los parajes en que tuvo lugar la redención del género humano.