Sin cuestionar esto, este trabajo querría ayudar a recorrer el libro de una extremo al otro. Con un eje de lectura: cuando desaparece la monarquía, como ocurrió después del Exilio, ¿qué ocurre con la promesa de una dinastía eterna de David según el oráculo de Natán referido en 2 Sam 7? En su forma final, atravesando tres siglos, el libro de Isaías elabora una respuesta donde la fidelidad de Dios se deja percibir, tanto para Jerusalén como para las naciones, a través de las figuras del «Emmanuel» (Is 7-11),del rey Ezequías (Is 38-39) y del enigmático «Siervo sufriente» (Is 42 a 53).