La diócesis de León con su prelado a la cabeza, dedica las predicaciones cuaresmales a un tema fundamental del vivir cristiano. En años anteriores se dedicaron al Padrenuestro, fórmula de fe; a la Iglesia, pueblo de Dios y sacramento de salvación, y este año a los mandamientos, el quehacer del cristiano. Son charlas sencillas a toda clase de fieles, a comunidades religiosas, a grupos de neocatecumenado, etc. Su único deseo es mantener al pueblo creyente en comunicación con el mensaje cristiano.
Los Mandamientos no siempre se reciben con agrado. Se toman como fórmulas restrictivas de libertad, normas trasnochadas que nos atan a viejos principios ajenos al entorno que nos envuelve. Suprimirlas significaría empezar a respirar. Es la equivocada idea de las “tablas del Sinaí”, que nada tenían que ver con un juez terrorífico y vengativo, sino con el Dios de la alianza, amante de sus pueblo y comprometido con él.
En la nueva alianza el vínculo es todavía más íntimo y cordial al integrar un mismo cuerpo don el Redentor. Los deberes, las obligaciones y la moral entera sólo tratan de salvaguardar la dignidad humana. El miembro debe actuar siempre en forma condigna el cuerpo a que pertenece. Tal es el concepto positivo de los Mandamientos que aparece en estas reflexiones de catequesis cuaresmal.