Sólo se puede llegar a un auténtico conocimiento del hombre mirando a Cristo, contemplándolo. Su Humanidad ilumina la nuestra y la salva. Sencillas "lectios" o meditaciones sobre la palabra de Dios o reflexiones al hilo de la literatura contemporánea, abren a la autora el hambre y la sed del conocimiento de Cristo, la acercan más al hombre, a sí misma, amando de este modo a esta humanidad que sólo su gran Amor pudo redimir. La autora se centra en algunas claves de nuestra propia condición: la temporalidad, la tentación, el dolor y la muerte. En todas ellas el Señor ha dejado su Palabra y su Presencia, ha pasado por ellas y "vestidas las dejó de su hermosura.