Has sido llamado al servicio de tus hermanos en el ministerio extraordinario de la Eucaristía. Es un servicio que desempeñas en la asamblea litúrgica, ayudando en la distribución de la Sagrada Comunión y, quizás también, en el ministerio de la consolación, llevando el Cuerpo de Cristo a los enfermos e impedidos, privilegiados de Jesús y de la Iglesia, que necesitan ser fortificados en el Pan de la Vida.