El niño divino y el héroe empezó siendo un ensayo en literatura comparada o en psicología del arte, y ha terminado siendo algo parecido a lo que Joseph Campbell hizo con la mitología: una obra de exégesis.
Solo con la diferencia de que el punto de partida de ésta no ha sido el de las Sagradas Escrituras, o el de algún monumento mitológico, sino pequeños libros de nuestro tiempo, aquellos que los adultos, por un sentimiento de su propia importancia, relegan a los niños.
A través de las líneas de El niño divino y el héroe se pueden observar dos diferentes modos de vida: Uno de ellos, caracterizado por la fe en la perfección intrínseca de la existencia y del hombre, parece hacerse eco de las filosofías de Oriente; el otro, que enfatiza lo malo de nuestra condición humana, refleja la doctrina del pecado original que satura las perspectivas del Judaísmo, la Cristiandad y el Islam.