Después de la crucifixión y muerte de Jesús, María de Magdala envía a María de Nazaret unos papiros que dirigió al Maestro y nunca se atrevió a entregarle. En estas cartas manuscritas relata, con lenguaje íntimo y apasionado, confidencias de su azarosa vida antes de conocerle y su radical transformación tras el encuentro de ambos en Galilea.