Era de justicia que las Catequesis mistagógicas de Teodoro de Mopsuestia vieran por fin la luz en castellano, y lo hicieran directamente del siriaco, la lengua en la que, de forma milagrosa, han pervivido al proceso de destrucción que sufrió la obra del eminente teólogo antioqueno.
De las dieciséis catequesis conservadas, este volumen recoge las seis últimas, que se ocupan de los misterios cristianos, aquellos en los que la fe de los seguidores de Jesús se experimenta en la celebración eclesial. No en vano, es desde esta experiencia orante y comunitaria como el cristiano trata de vivir en plenitud el tiempo presente y anticipar el futuro de la gloria esperada.
Con un estilo sencillo y directo, Teodoro desarrolla en sus Catequesis una concepción del bautismo como acceso y participación en la vida nueva de la resurrección, incoada místicamente por el sacramento del agua y del Espíritu, y alimentada por la eucaristía. Esta constituye el don por excelencia del Sumo Sacerdote, Cristo Jesús, quien, con su entrada en el Santuario celeste por el sacrificio de la cruz, ha culminado la humanidad del hombre como Templo del Espíritu.
Ser cristiano no es otra cosa, pues, que vivir como resucitado en un mundo en el que, si bien fenomenológicamente aún aguarda la muerte, gracias al sacrificio de Jesús es posible adentrarse en la eternidad sin despreciar la carne humana, hecha una sola cosa con la vida trinitaria al ser asumida por el Hijo de Dios.
Teodoro de Mopsuestia (350-420) fue amigo de Juan Crisóstomo y discípulo de Libanio y Diodoro. Ordenado sacerdote por Flaviano, patriarca de Antioquía, en 383, fue consagrado obispo de Mopsuestia en 392. Está considerado uno de los grandes teólogos de la antigüedad, especialmente en las Iglesias de Oriente.