Transitando una época que se caracteriza por el ruido de lo light, el zapping y la falta de verdaderos encuentros, se hace necesaria una profunda reflexión sobre la condición de la familia, que hoy parece estar en crisis. Detenernos a considerar la familia es remontarnos a esa primera vivencia del amor humano, ese primer espacio de pertenencia que funda y da sentido a la vida. “Si entendemos a la familia como una escuela de afectividad, como cuna de lo fundamental, asumiremos nuestra misión de educar a los hijos con la intención de superarnos en el día a día y de apostar a la capacidad de oposición del espíritu humano”, afirma la autora.