Todo empieza por el asombro. Asombro maravillado ante un mundo milagroso y un universo sorprendente en proceso de evolución. Asombro desconcertado ante la necedad e inconsciencia humanas, responsables de la actual crisis socioambiental que está causando enormes sufrimientos y alterando gravemente el equilibrio planetario. Una crisis que brota de una inadecuada relación del ser humano consigo mismo, las demás personas, otros seres vivos, la Tierra y el cosmos. Por eso, hemos de recobrar una espiritualidad que nos lleve a sentirnos hermanos y hermanas de todo y de todos. Esta así llamada espiritualidad de conexión está íntimamente unida a una manera de vivir que nos mueve a respetar todas las formas de vida. Se trata de una espiritualidad relacional, en sintonía con el Dios trinitario que es en esencia una trama de relaciones. Una espiritualidad dispuesta a integrar lo que la ciencia y la cosmología nos están aportando, aunque eso suponga poner en cuestión las cosmovisiones religiosas y abrirnos a nuevas formas de comprensión. En este itinerario, la encíclica Laudato si nos sirve de inspiración para una conversión ecológica que necesariamente ha de ser comunitaria. José Eizaguirre (Madrid, 1964) lleva años alimentando una especial pasión por el Creador, las criaturas y la creación, aunando silencio y cultivo espir…