UN ESPACIO PARA LA TERNURA #16
Quien ha conocido la ternura se sabe poseedor de una segunda piel que le hace más vulnerable y, al mismo tiempo, más humano o,
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Quien ha conocido la ternura se sabe poseedor de una segunda piel que le hace más vulnerable y, al mismo tiempo, más humano o, tal vez, simplemente más capaz de penetrar el secreto de una humanidad susceptible de sentimiento y estremecimiento hasta límites insospechados. Alcanzados por esa fascinación, recortamos fantasías, alentamos sueños, rescatamos algunos pequeños espacios para “ella”: la ternura, que poco a poco se fue instalando en nuestro pensar y querer, así como en la reflexión común. Lo que el lector tiene hoy en sus manos es el fruto de este proceso que ha querido comenzar a concretarse con seis “miradas” al concepto “ternura” desde diversos ángulos de visión dentro de la “teología”. Nuestra pretensión no ha sido la de introducirla en nuestras disciplinas, como quien incorpora un elemento “extraño” a su hábitat, sino la de mostrar que es la propia categoría la que contiene, retiene y rezuma un decir, un hacer y un sentir tan plenamente humanos, que no pueden ser sino “palabra” y “llamada” de lo divino que nos asalta, tanto en nuestro devenir cotidiano como en nuestro quehacer teológico.