Más que oración, la alabanza es actitud de vida, renovación de la esperanza en Dios, canto al Creador. Quien adopta la alabanza, verá cómo su vida se transforma poco a poco. Aprenderá a dar gracias por lo bueno y por lo menos bueno, abandonará la mirada crítica para mirar al mundo con benevolencia, dejándose deslumbrar por el brillo de la bondad y del amor. Se sentirá cada vez más unido a su comunidad, al pueblo de Dios que grita unánime: ¡Gloria! El prolongado contacto del autor con grupos y comunidades de la Renovación Carismática, le han hecho muy sensible a la espiritualidad de la alabanza que expone en este libro.