Las páginas de este libro, escritas desde la lectura meditada de la Palabra de Dios, llevan detrás la ofrenda de un tiempo de adoración no exento de oscuridad, preocupación, insensibilidad y súplica. Como fruto del silencio y de la participación en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, surgen en el orante voces arrodilladas, que son como palabras habitadas, que quedan dentro de uno mismo, llenas de sentido porque guardan un mensaje y con las que se podría escribir la biografía de cada uno de nosotros.