Este libro no es una novela ni un ensayo cualquiera. Habla desde la vida, a partir de la experiencia personal de la autora con el dolor y con la muerte, fiel a su vocación de religiosa, desde su entrega incondicional a los demás, a los más pequeños, a los enfermos, seguidora incondicional de la Buena noticia de Jesús: Estuve enfermo y me visitasteis (Mt 25,36).
Autora
Antonia Puga Ortiz es religiosa de la Congregación de Hermanas Franciscanas Misioneras de la Natividad de Nuestra Señora (Darderas). Desde el año 2007 trabaja en el Hospital de la Esperanza, Barcelona; en la unidad de Soporte espiritual y humano a enfermos y familiares.
Toda su formación académica ha ido encaminada a la Pastoral de los enfermos. De ahí su misión de entrega a ellos, teniendo como prioridad a los enfermos de cuidados paliativos.
Y camino con ellos
En este ensayo nos habla de su vida, de sus experiencias hospitalarias; de la existencia y visibilidad de tantas personas que se han cruzado en su camino, en los momentos más difíciles; de la Palabra de Dios que se ha hecho carne (cf. Jn 1,14), que continúa «encarnándose» en cada ser humano que sufre o experimenta cualquier tipo de necesidad, que siente la impotencia de su sufrimiento extremo. Y de una manera especial los que rozan la frontera entre la vida y la muerte. Afirma Jesús: Os aseguro que cuando lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis (Mt 25,40). Ella es plenamente consciente de esta aseveración y es capaz de descubrir a Jesús que sufre en cada ser humano con quien se cruza.
Es imposible no implicarse en la narración por la que Antonia nos lleva de la mano en su obra, visitando con ella las habitaciones de los enfermos, hablando con ellos y sus familias…
Nos adentra en un mundo desconocido para la mayoría de nosotros; desconocido o, al menos, no suficientemente integrado en nuestra existencia. Vivimos en una sociedad en la que el dolor y, más aún, la muerte se invisibiliza, se esconde, se soslaya. Hablar de estos temas, con frecuencia, no es «políticamente correcto».
Estar con el enfermo
«Visitaremos» las unidades de cuidados paliativos, de neurología, de geriatría… y «dialogaremos» con las personas que padecen diversas enfermedades, muchas de ellas incurables: de sus miedos, de sus ilusiones, de sus frustraciones, de sus esperanzas, de sus dudas, de su fe…
«Hablaremos» con los familiares de los enfermos y compartiremos con ellos su dolor, su impotencia, sus desesperanzas… pero, también, su paz, sus esperanzas, sus consuelos… «Conoceremos» el mundo de la salud: médicos, enfermeras y enfermeros, personal auxiliar, religiosas y religiosos, psicólogos…. Todos ellos implicados en el bienestar del enfermo, desde diferentes perspectivas, pero todas ellas necesarias y complementarias.
Experiencia única
Escribe la autora: «La experiencia de estos años me ha ido demostrando que la grandeza de acompañar pasa por conocer a la persona y sus circunstancias. Para mí cada persona que acompaño es única, con realidades y necesidades también únicas. Esta es la meta que me he trazado: “Ir al ritmo de cada paciente, llevándoles siempre por su camino”».
La labor de la hermana Antonia Puga es el camino de la Buena noticia de Jesús proclamado con la vida, dirigida a uno de los colectivos más frágiles: los enfermos y, de una forma especial, los enfermos terminales. Es como ella dice, en el título de este opúsculo: «Y camino con ellos». Ella no solo conoce y vive el Evangelio, la Palabra de Dios… sino que «camina» a través de él; lo transforma en vida, en vida entregada a los otros, a quienes más lo necesitan.
