¿Cómo recuperar la paz cuando la hemos perdido? En este pequeño libro el autor sugiere 9 días de oración confiada, humildad y perdón, aceptación de uno mismo y deseos de vivir en el instante presente.
La sensación de que la Iglesia debe renovarse es una constante a lo largo de su historia, pues en su vida concreta no reproduce de manera exacta el ideal evangélico y tampoco está en total sintonía con el mundo en el que vive.
En lo cotidiano y en lo sencillo de cada día o en las lejanas tierras donde están los pobres; en el silencio del monasterio contemplativo o en la catequesis y predicación de nuestras iglesias..
Con este libro pretendemos que el lector se atreva a emprender la “aventura de la vida” en el seno de una familia y a preguntarse una y otra vez acerca de los diversos “tramos del camino” y los desafíos de la vida familiar.
W. E. Simon Jr. se preguntaba por qué había parroquias católicas en Estados Unidos que crecían y conseguían llegar a nuevos fieles y otras que no. Así, en 2012 y 2013, él y su equipo decidieron estudiar 244 parroquias católicas «vibrantes» con el fin de saber qué las hacía excepcionales. El estudio, cuyo inte - resante desarrollo y su sorprendente resultado se recogen en este libro, permitió descubrir que todas esas grandes parroquias compartían cuatro prácticas fundamentales que conducían a un profundo sentido de pertenencia dentro de sus comunidades parro quiales y un compromiso cada vez más profundo con el discipulado.
Esta es la tesis central de la presente obra, uno de los textos que más polémica ha suscitado en la última década en Estados Unidos y posteriormente en otros países de Europa y que, dada su audaz propuesta, generará también un amplio debate entre los lectores de habla hispana.
"Con sencilles y humildad quiero ofrecer el material elaborado, con el deseo y la alegría de que sea útil a otros en su esfuerzo por crecer y madurar como personas, para gloria de Dios": con estas palabras ofrece el Autor su libro.
En este libro aprovecharemos todos esos textos que nos ayudan a descubrir cómo miraba María, cómo contemplaba todo lo que iba sucediendo con Jesús y cómo nos mira a nosotros.
El reto es convertirnos nosotros mismos en ese pan que quite el hambre y que, además, abra las posibilidades de una respuesta espiritual a la sed existencial que anida en el corazón de cada persona.