Pretendo que este libro sea un humilde servicio a los que sufren. Más que razonamientos sobre el dolor, son como una lluvia de ideas que arrancan de mi experiencia con la gente que sufre.
En estas páginas se convoca a la cascada de las horas del día y de la vida: horas de albora-da, horas de calor, atardeceres y nocturnos, horas de consolación son como una escala por la que pasan todas las cosas, todas las emo-ciones, desde el sol hasta las arenas del de-sierto.
«Jesús quiere enseñarnos el arte de vivir en plenitud, el arte de ser felices». He aquí unas oraciones que te permiten experimentar y sentir lo que es orar. Palabras que te ayudan a entrar en contacto con Dios tal y como eres.
En este volumen se los presenta completos y abarcan: textos legislativos, oraciones, cartas, avisos espirituales y las llamadas "últimas recomendaciones".
«Es posible que al principio no lo adviertas, pero poco a poco llegas a comprender que Jean Vanier te pone en contacto con ese espacio interior en el que pocas personas han entrado».
¿Es posible seguir esperando? ¡Sí! Porque el significado, la dirección y el destino vienen de Dios; Él lo conoce todo y, con Él, el hombre no puede sentirse nunca perdido.
Tras, Coloquios nocturnos en Jerusalén, Martini, dialoga, en esta ocasión con Luigi Maria Verzé, en una apasionada alternancia de preguntas y respuestas sobre los temas y problemas que afectan a la Iglesia y que ya no se pueden aplazar.
Para todos los cristianos en general y para los sacerdotes en particular, ve la luz este libro de sencillas meditaciones nacidas del estudio de las Escrituras, la oración y reflexión en el seno de la comunión eclesial, y el amor a la Eucaristía.
Es importante encontrar, en estas páginas, las palabras del papa Pablo VI, descubriéndolas como si fuesen nuevas: palabras fuertes, intensas, densas de significado; palabras siempre pensadas en relación a la única Palabra de referencia y muy actual.
Muchos de nuestros contemporáneos se han distanciado de la religión por creerla reducida a unas prácticas externas sin relación con sus aspiraciones más elevadas.
La formación religiosa es como la respiración, algo que acompaña a la vida presbiteral y religiosa en su transcurso ordinario y extraordinario; es su ritmo constante, lo que la realiza de acuerdo con el plan de Dios.